lunes, 12 de julio de 2010

Relieve Escultural: al equilibrio de la composición.

"Che, pero si movés la pierna te voy a clavar la aguja en las costillas"
(Rayuela - cap 88; Julio Cortázar).

Enfría su paleta y endurece su línea simplificando su desnudo a un tono sobre tono.
En cambio, jamás se atreverá a separarse de lo real aunque la esencia plástica del objeto le interese tanto como la sugestión poética que de éste se desprenda.
Infundirá una atmósfera sobrenatural para salir de la tragedia que descomponga la luz e impedirá así que se perturbe la vaguedad lírica de la realidad o que se opriman los derechos de la divagación y de lo emotivo de sus ensoñaciones y recuerdos.
Son tales las exigencias que le impone su honestidad que jamás se sentirá satisfecha consigo misma. Este afán de perfección y los excesos de su temperamento apasionado explican su atracción por las orientaciones cubistas - analíticas y concretas - que acallan su timbre emocional y el acento dramático que denuncian su origen.
Irradia mil reflejos cuando no adquiere una transparencia de cristal. Sus blancos vidriosos o sus violetas enfermizos podrán molestarnos por la riqueza de sus resonancias.
El ridículo alimenta su sonrisa y entretiene su desamparo. Con la desolación profunda de su trazo nervioso y espiritual que pretende conservar la eficacia de su línea, rara vez alcanza la libertad que asume su sensibilidad. Acepta ya todas las circunstancias que la encuentran con perspectivas poco accesibles a la contemplación de su naturaleza dulce.
Sincera y espontánea, su obra de vida se halla saturada de intimidad y encanto. Cuando comienza a sentirse intoxicada antes que caer en los cuadros en serie oye los maullidos de su gato, y nos parece entonces que esto la distrae entre las viejas paredes que agobian su espalda. La duplicidad felina caracteriza su visión: la misma inquietud que la aleja de las situaciones estables y ventajosas la impulsa a una nueva experiencia.
Cuando no es su familia, un amigo o amiga, es ese hombre en el paisaje quien logra seducirla en medio de gente que exhibe sus músculos y bosteza. Y se ciñe al carácter del modelo para desgreñarle lo que posee de más expresivo y humano para representárselo en su punto de mira, abandonando así la escultura que pueda definir su forma y reducir su expresión a lo esencial y significativo. Ahonda en la vida interior del mismo y le infunde una resignación melancólica y tierna. La Venus de Milo, declaración suprema de belleza de las lineas de un cuerpo, carece de brazos pero la armonía de su torso y del cuerpo todo es tal, que los brazos también se ven.
Sin temor de contaminarse vive en exposición, pero sus nervios son tan finos que la menor aspereza la condena a refugiarse en una paleta de palabras húmedas, viscosas, descarnadas, donde su humor acusa más de un contacto entre la literatura y la pintura para regular así los versos que la alejan del peligro de sentirse extranjera y que le permiten seguír habitando en ese país donde los gatos pueden anidar más allá de las nubes y de la luna, donde el rojo pasional se enlaza al negro con abuso espontáneo y todo lejos de aterrorizarla bordea los caprichos que entraña en la libertad de su expresión literaria, característica de la triste modernidad a la que le impone una estructura consciente con proporciones gigantescas de sus flores imaginarias. Pues nadie cree en algo más que en sí mismo y su sensualidad sabe reconocer que la vida no tiene sentido y que merece dárselo.
Hoy me pregunta: Qué hace este árbol despierto?. Es que su sombra lo amenaza bajo tierra?.
Le gustó caminar con fiebre bajo la lluvia y ya no le agrada esta calma. Para ella el silencio es una araña disfrazada de mantel.


Espíritu, soma y psiquis.

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